En un día fui a comprar dos veces laminados (de manteca) y me endeudé

ME ENDEUDÉ.

¿Qué difícil es transformar acciones o reacciones, mejor dicho, como inmediatas?

Les voy a contar lo que me pasó.

Resulta que toda esta semana, o sea, del 28 de febrero hasta 7 de marzo, cierre de mes, principio de mes, con feriados en el medio, para todo el mundo trabajo independiente, todos sabemos lo que fue, y todos con pagos atrasados, porque como nadie vendía o nadie cobraba, tampoco pagaba…

Porque somos los mismos moviendo plata,

mandándonos de acá para allá.

Bueno, resulta que a eso sumado a la adaptación escolar, que quienes hayan atravesado o tengan gente cercana, saben lo que es el flagelo de la adaptación, porque primero empezás con 45 minutos, después con una hora, y así sucesivamente hasta que lográs la jornada.

En el medio hubo un temporal muy grande, se suspendió un día de clases por lluvia, y no tener manos extras para poder trabajar, “soy solo una chica que quiere trabajar”.

Bueno, con toda esa frustración atravesando mi cotidiano y mis días, ¿qué hice?

Compré cosas, por supuesto,

porque a la frustración la llevé al homebanking.

¿Tenía plata?
No, no tenía plata.

Y me pasó algo maravilloso, que fue que abrí una billetera y encontré 15.000 pesos.

¿Qué podría haber hecho?
Bueno, lo uso para pagar algo de las 100.000 cosas que tengo para pagar estos primeros días, y todavía no cobre.

¿Qué hice?
Gasté eso y más. Me tuve que tomar un remis, porque llovía a cántaros, y tenía psicóloga, o sea que ahí gasté remis y la sesión, que fue una inversión, claramente, porque con toda esta frustración necesitaba terapia.

Y compré dos veces laminados espectaculares de una panadería,

cafetería en realidad, cerca de mi casa, para compensar dos momentos que fueron como de explosión.

Decir, bueno, che, necesito comer algo rico para levantar, porque todo está siendo en contra.

Cuestión que gasté más de 15.000 pesos las dos veces que fui a comprar laminados, porque obviamente no me compré uno solo, me compré un pack mediodía, y después seguía lloviendo, el día empeoraba, todo muy incómodo, tenía el celular explotado de laburo, no me podía sentar a laburar, etc. Y me compensé gastando plata que no tenía, ni hablar de la cuestión nutricional, pero bueno, no soy nutricionista, no voy a entrar en ese terreno. Y me puse a pensar, ¿cuántas veces una hace eso? Bueno, estoy en esta situación, pum, pido delivery, me compro esto, saco en cuotas.

O sea, cómo poder, bueno, identificarlo nos puede decir cualquier terapeuta,

que es el primer paso, ya estoy identificado VOY BIEN.

Ahora, cómo reeducar la cabeza para que la compensación no sea esa, porque la compensación puede ser otra cosa, no sé, me voy a dar una ducha escuchando una canción que me gusta, o salgo a caminar, o me muevo, no sé, lo que sea.

Todo es gastar plata, ¿no?
Cuando encima me la complico financieramente aún más.

Bueno, comparto esta experiencia y este trabajo que no termina nunca de transformación constante que es reeducarnos culturalmente con respecto al dinero. Y miren que yo me dedico al dinero hace muchos años y tengo este tema en la cabeza todo el tiempo y laburo de esto.
¿Cómo cuesta bajarse de eso? Que en definitiva me la complica, no es porque, bueno, la vida es una, entonces, o voy a vivir en una vida de austeridad ridícula.
No, no, está perfecto y me encantan los laminados y me alegro que haya abierto esa cafetería,
pero fue en detrimento mío.
¿Por qué hice eso? Bueno, a seguir trabajando esta acción-reacción que en este contexto y en esta economía, proporcionalmente, con un ingreso, es carísimo. No es que me compré algo que me salió mil pesos, ¿no? Gasté quince.

Bueno, seguiremos indagando en los vericuetos de nuestra cabeza con respecto a la plata.

Les mando un beso.

Anterior
Anterior

Le regalé $45.000 a VISA

Siguiente
Siguiente

Qué tengo que saber antes de empezar a vender